lunes, 13 de enero de 2014

Historia de una princesa, la vida de Mónica Spear


Todo comenzó en Disney, en uno de esos parques en los que cualquiera puede sentirse en un cuento de hadas. Ahí empezaba la magia de una telenovela de la vida real en la que una protagonista maracucha luchaba por sus sueños. 
Mónica Spear Mootz tenía 18 años y trabajaba como princesa en una de las principales atracciones de Orlando, Florida. Se vestía con trajes que la hacían lucir como reina, era la ilusión de un sinfín de niñas que visitaban el lugar donde abundaban los personajes emblemáticos del mítico ratoncito. Mickey, Minnie, Pluton y Donald eran sus compañeros en esa travesía que sirvió para vencer su timidez.

Para esos días, la joven estudiaba arte dramático en la universidad y quería llegar a las telenovelas, por lo que se ideó un plan que la llevaría de inmediato al medio artístico. Su mejor trampolín era sin duda, el Miss Venezuela.

Mientras culminaba sus estudios se inscribió en la academia de modelaje de la venezolana Katty Pulido, en la zona de Weston, donde residía desde el año 2000, después de abandonar su natal Maracaibo para emprender una mejor vida con sus padres, quienes consiguieron una oportunidad de empleo en Estados Unidos.

“Recurrió a mi agencia para que la formara. Partimos desde cero en el 2003, año en el que comencé a formarla como miss. Vi una niña hermosa, tenía buena estatura, una cara muy linda, el cabello precioso. El cuerpo si tuvimos que trabajarlo, hubo que tonificarlo para cambiarlo porque se veía como adolescente. El papá nos ayudó mucho, le dio todo su apoyo. Su madre colaboró, pero el papá era su impulsor. Todo lo que ella fue se lo debía a él”.



Mónica nació en la Policlínica D’ Empaire de la capital zuliana, donde pasó sus primeros años. Luego se mudó a Ciudad Ojeda, específicamente a Tamare, por una oferta laboral que tentó a su padre, el ingeniero Rafael Spear. Fue en julio del 2004 cuando la chica se instaló en Caracas para competir por la corona del máximo concurso de belleza nacional. Anteriormente, Osmel Sousa la conoció en Miami y le dio el visto bueno para integrarla al grupo de participantes.

Cuando se incorporó a la competencia, la mayoría de las muchachas ya estaba entrenada. Mónica no pudo viajar antes porque estaba presentando sus exámenes finales en la universidad. Su padre quería verla graduada.

“Le dieron la banda de Guárico, pero su papá quería que fuera miss Zulia, me pedía que hablara con Osmel, y yo le decía que no podía hacer nada. A Osmel hay que respetarlo. Ella sonaba como favorita, decían que era la miss importada. Cuando ganó me emocioné mucho. Su padre estaba inmensamente feliz. Para la elección fue toda la familia, todos muy contentos por el logro”, continuó Katty Pulido, quien pasó de ser su representante en el Miss Venezuela a su asesora artística y amiga.

Con 19 años, la zuliana era admirada por ser la mujer más bella de nuestro país, aunque las cámaras le robaban encanto. En persona deslumbraba con su 1,75 centímetros y un cabello lacio por debajo de los hombros.

El 31 de mayo del 2005 nos representó en el Miss Universo. El concurso se realizó en Bangkok, Tailandia y Mónica destacó con un traje de Ángel Sánchez. Quedó como cuarta finalista, después de un pequeño inconveniente a la hora de responder la pregunta en completo inglés. No terminó de concretar una idea sobre la situación política y económica que enfrentaba Venezuela y eso le restó puntos.

Diego Montaldo, historiador y cronista de concursos de belleza aseguró que pudo llegar más lejos: “Aunque en el Miss Venezuela no era la mejor candidata, luego se preparó muy bien para el Miss Universo. Yo creo que merecía ser la segunda finalista porque se veía serena, natural, muy bella, además no era la típica miss operada. Cuando mucho tendría un aumento de senos, pero hasta ahí. Era una muñequita en la pasarela y su rostro transmitía mucha dulzura”.

Al terminar su reinado, Spear hizo una obra teatral llamada Hospital Central. El 18 de octubre del 2005 debutó en ese proyecto al lado de Miriam Ochoa y el actor Johan Marcano. Después trabajó como maestra de teatro para niños, hasta que se presentó su primera oportunidad en la pantalla chica: la telenovela El desprecio en Radio Caracas Televisión.

Tamara fue el personaje que “Mona”, como le decían sus amigos, interpretó en la novela que protagonizaban Flavia Gleske y Ricardo Álamo. Era la contrafigura y terminó ganándose la aceptación del público. “Sorprendió con su actuación porque de verdad lo hacía muy bien, tenía talento. Hasta ganó el premio Dos de Oro como actriz revelación. Inmediatamente la escogieron como protagonista de Mi prima Ciela”, contó Montaldo.

En ese dramático, versión de “Elizabeth”, dio vida a una joven con leucemia que al final de la trama muere. Conformó una de las parejas más queridas de la TV con Manuel “Coco” Sosa, actor con el que repitió como protagonista en “Calle luna, calle sol”, dos años después.

“Soñaba con ser actriz, pero para mí era como inalcanzable. No imaginé que esa muchachita que jugaba con patineta o al ‘escondite’ con los vecinos en la calle, estaría ahí, en esa pantalla que miraba con tanta fascinación”, relató Mónica el pasado julio a PANORAMA.

Su mejor personaje fue, indudablemente, el de Micaela Gómez en la telenovela La mujer perfecta, su primer trabajo con Venevisión. La grabó entre el 2010 y el 2011. “Yo creo que la prueba más palpable de que ese personaje tenía que ser para Mónica está en la forma cómo cautivó al público. Micaela era un personaje absolutamente complejo, que estaba posado sobre la cuerda floja porque tenía muchas exigencias actorales. Cuando ella y yo nos reunimos a trabajar para darle ciertas señales de vuelo sobre cómo debía ser el personaje, una de las características era que ella no podía ver directamente a los ojos a las personas, y para un actor es difícil evadir las miradas... Para ella fue un reto y lo hizo excelente”, dijo desde Miami, el escritor de la historia, Leonardo Padrón.


Su compañera en la trama, Mariaca Semprún, intérprete de “La Popular Shirley”, la recuerda como una mujer entregada a su trabajo, responsable, amable, chistosa y muy cordial.

“Era la primera en llegar al set y la última en irse. Nos decíamos hermana dentro y fuera de la novela. Nos hicimos muy cercanas. Hasta la visité en Bogotá cuando grabó Flor salvaje. Yo aplaudía sus logros, me encantó tenerla cerca porque era de esas personas buenas que no le hacen daño a nadie y que era como un ángel despegado del piso”, recalcó la cantante y actriz.

Quienes la conocían de cerca sabían que Mónica Spear nunca se creyó el cuento de estrella. Estaba alejada de divismos y poses. Era humilde, sonriente y con una mirada llena de luz. De hecho, en las entrevistas siempre bromeaba con el acento maracucho. Decía que le encantaban los ponquesitos, cepillaos, arepas de agüita de sapo y las mandocas. Además, le encantaban los torontos, el cocosete y la samba.

Durante sus últimos meses se dedicó por completo a su hija Maya, de cinco años. Estaba separada de Thomas Berry, pero mantenían una relación cercana por el bien de la niña. Tomaba clases de francés, flamenco y danza árabe.

Katty Pulido la visitó el 12 de diciembre en su apartamento, en la avenida principal de Chuao, Caracas. “Fue la última vez que nos vimos en su residencia, muy ordenada, por cierto, bella, al estilo de la colonia Tovar, con cosas de madera. Recuerdo que tenía un arbolito navideño de pino natural. Me cocinó una rica crema de auyama con vegetales, hablamos mucho de su trabajo en Asodeco (Asociación para el desarrollo de educación complementaria)”.

Mónica amaba el sushi y disfrutaba bailar salsa, así como vestirse con una manta guajira en su apartamento. Tenía pendiente una visita a Maracaibo para ver a su abuelita materna, quien enfrenta un problema de salud. Curiosamente, la artista falleció en tres telenovelas.
En Mi prima Ciela la venció una enfermedad, en Que el cielo me explique la asesinaron y en Pasión prohibida se suicidó. La noche del 6 de enero sus sueños desaparecieron en medio de la oscuridad. Vivió su propio drama, su propia historia, una novela en la que no hubo final feliz, solo lágrimas que aún lloran a la reina, a la flor salvaje, a la eterna mujer perfecta.



1 comentario:

  1. Mujer de Gran Fortaleza, Buena Madre, Esposa e Hija. Espléndida Actriz .... Amada y Generosa con sus Fans. Qdep. Bella...

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